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ROSITA Y LA LUZ MALA.
Dedicado a los hipócritas
de siempre.
Asombrada y boquiabierta observaba en el patio
de su casa la luz que de muy lejos se veía brillar, primero, estaba quieta,
como amenazante, para después elevarse en el cielo y desaparecer.
Cansada de andar por todos
lados, después de haber visto la misteriosa luz, viajo a la ciudad y se dirigió
al diario Allí la recibieron unos periodistas, que, curiosos por lo que
planteaba, la miraban asombrados.
-He visto la luz mala
–decía Rosita- fui a ver al cura y me mando a rezar, el comisario se reía y el
dueño del campo que lo dejara de molestar ¿Ustedes me pueden ayudar?
Algunos periodistas
sonreían y siguieron con su trabajo, solo uno le prestó atención, pero un poco
por curiosidad, más que por creerle.
-Haber dime muchacha ¿Qué
fué lo que vistes?
-¡Eran las dos de la mañana
y la vi, estaba allí, quieta, luego se elevo y se perdió en el cielo!
-¿Así? y que hacías tu
levantada a esa hora –un poco tomándole el pelo –
-Dormía, cuando me
despertó un ruido extraño, algo que se sentía en el cielo... cuando salí al patio…
la vi.
-¡Un ruido en el cielo!
eso me interesa y dime ¿Donde es eso?
-En los campos vecinos de
don Filipetti,
-¡Así que tu eres vecina
de don Filipetti! y ves esas cosas. Esto me está empezando a gustar, sabes que, ¿Te molesta si voy contigo y nos sacamos la duda?.
-No para nada don, todos
los martes se aparece y hoy no puede fallar.
La casa de la muchacha estaba retirada del casco de la chacra.
-¿Porqué vives tan
retirada?
-Es que mi familia, mi tío
y sus hijos dicen que yo merezco una casa mejor, más cómoda, estar sola. Allá
son muchos y demasiado trabajo.
-Que considerados, te
quieren bien.
Esperaron hasta la hora
indicada. Cuando escucharon el ruido, salieron en silencio. Él le marcaba que
lo siguiera tranquila, avanzaron entre los árboles hasta llegar a unos arbustos
que eran muchos y bien altos.
Escondidos observaron las
imágenes.
-¿ Esto es lo que vistes
Rosita?
-¿Que es eso? ¡¡¡ Un
OVNI!!! ¡Yesos son extraterrestres! ¡No era la luz mala!
-Eso es un avión
comercial. O es que nunca vistes uno,
-No, solo en el diario,
pero no era así
-¡Y cómo era! Son todos
iguales
-¡Qué sé yo! ¡Tengo
miedo! ¿Que hacen?
-Y esos no son
extraterrestres, son hombres con la cara tapada.
-Están bajando cajas, las
mismas que tiene mi tío Pocho en el galpón.
-¡Tu tío! O sea que se las
llevan a tu campo.
-A yo que sé, yo solo vi
la luz.
-Vámonos antes de que nos
descubran.
Salieron como alma que
lleva el diablo. Parecía que no llegaban más. Una vez que ingresaron a la casa,
Rosita puso traba y corrió unos muebles tapando la puerta.
-¡Ay que cagaso don! Por
suerte estamos en casa, no nos vieron parece.
-¡No, quedáte tranquila! Lo que tenes que hacer es llevarme al galpón, pero sin que nos vean.
-Eso va a estar bien
difícil, tendrá que ser cuando estemos seguros que estén durmiendo.
-¿Alguien cuida el galpón?
-No, nadie, ahora vamos a
tomar unos mate que le parece, me dio hambre ¿Quiere pan casero?
-Si ,a mí también me dio
hambre, mate con pan casero, espectacular Rosita..
Mate de por medio
-Usted me dio miedo, me
dijo que tuviéramos cuidado que no nos vieran
-Sos muy ingenua vos
Rosita, ya te voy a explicar, después.
Más tarde, salieron sigilosamente en la noche, como gatos, sin hacer ruido. Despacito llegaron al galpón. Ingresaron por la parte de atrás para que no los vieran. Era un espacio muy reducido, un agujero en la parte baja de la pared, para que lo habían dejado así, no se sabe, pero la Rosita si sabía de su existencia y allí estaban.
-¡QUE ES ESTO ROSITA!!!
-Son de mi tío Pocho, es
fécula de maíz, para el padre Tomas, el se las lleva al asilo de anciano, para
que no se le paspen las bolas a los viejitos.
-¡¡El cura!! No me digas
que el cura se las lleva.
-Sí, yo lo vi junto con el
comisario, mi tío me dijo eso, cuando yo estaba ahí paradita mirando, el cura
dijo ¡Y ESTA ¡ y el comisario, ¡QUE
mierda hace aquí!! Entonces mi tío
Pocho, me saco despacito y me conto la obra de caridad que hacen.
-¡No no! -hablaban muy bajito - Rosita, esto no es,
que ingenua por Dios, yo te voy a contar algo, ahora vamos a tu casa, corremos
peligro aquí.
Cuando iban saliendo,
Rosita ante la desesperación por salir de allí, quedó atorada.
-¡Ayúdeme don!
-¡Es que no puedo! no ves
-Se me quedo enganchada la
bombacha
-¡¡¡ QUE!!! Y ahora?
-¡Sáquemela, sáquemela!
-¡Estás loca!
-Es la única manera.
-¡Bueno, ahí voy, ahí va,
ahí ahí!
Justo en el preciso
instante que le estaba sacando su prenda, se escucho una vos
-¡Qué está pasando aquí
carajo!
-¡Es el primo Joaquino!
-¡Y ahora!
-¡ah ah ah! - jadeaba la rosita - ¡¡¡ aaaay!!!
-Pero mira Rosita que
ocurrencia la tuya, si habías salido ligera, si pareces estúpida no ma -.dijo
su primo
Dando un salto y dejando
al periodista con la bombacha en la mano, la muchacha se acerco a su primo
-¡No le cuentes a nadie,
por favor, prométeme!
-¿Y porqué aquí?
-Es que aquí es má esitante,
por eso de que nos pueden enganchar
-¡Ah! mira, no sabía, con
razón la mujer de Filipetti siempre me dice que la isita mas cuando piensa que
en cualquier momento va a caer el marido, y me hace de goma la vieja, bueno
pero ya, te vas o me arrepiento y cuento todo.
-¡No! no primo, quedáte
tranquilo, que ya nos vamo noma.
Salieron a los gambasos,
corrían como si fuera la última vez. El hombre todavía llevaba la prenda en la
mano, hasta que finalmente
llegaron a la casa, la
muchacha transpirada, agitada, asustada, sin habla. Otra vez la tranca y los
muebles tapando la puerta.
-¡Ah no! Yo me voy a morir
de tanto susto.
-Mirá que ocurrencia la
tuya, pero zafamos, Así que tu primo se garcha a la mujer de Fillipetti.
- Le gustan los pendejos a
esa señora, pero usted no le vaya a contar a nadie,
-¡Noo! Si, Quedáte
tranquila. Lo que no se cuanto tiempo se van a creer mi presencia aquí
-Entonces que vamo a se.
-Voy a contarte de que se
trata.
-Lo escucho.
-Oistes hablar de
sustancias ilegales.
-No
-De sustancias prohibidas
-No
-Peligrosas
-Tampoco
-Decime Rosita cuántos
años tenés.
-Veintisiete.
-Veintisiete años al pedo
Rosita, vos no sabes nada.
-Y bueno que quiere una e
como es.
-Bien, escuchá, prestá
atención.
Pasaron minutos, horas, y así toda la noche, él le explicaba, hasta que canto el gallo, entonces ella que permanecía atenta y callada le dijo.
-Ahora escúcheme usted a
mí.
-Si, decime.
-Usted ¿Que tiene pensado
hacer?
-Ah, nos vamos
entendiendo. La nota, mi gran nota ¡Te imaginás!
-No, yo no imagino nada ¿Y como le va a hacer
-¡Mirá! ¿Sabes qué es esto?
–le muestra un anillo- Es una cámara, aquí tengo las pruebas
-¡No, no, no señor! Nada
de pruebas. Usted va hacer lo siguiente.
El periodista la escuchó
asombrado, mudo quedó, no podía creer lo que la muchacha le decía.
Dos días después.
Los habitantes de la
ciudad despertaron sorprendidos con la última noticia del periódico, decía así.
En los últimos tiempos se
escuchaba como un trueno muy potente todas las noches. Así que investigaron y el
resultado fue que aquel ruido que despertaba a los pobladores de San
Benito, venía acompañado de una lluvia
blanca y de de una misteriosa luz que caía en los campos de don Filipetti, un
acaudalado terrateniente del pueblo. Episodio que fue fotografiado por la gente
lo mejor que pudo.
Como es de imaginar
llegaron autoridades eclesiásticas del todo el mundo.IAdemas de periodistas y
funcionarios del gobierno.
La Rosita y un grupo de
personas junto al periodista habían vallado el lugar, el que se mantenía a una
distancia bastante considerable lejos de los curiosos.
-¡No se puede pasar, no se
puede! – Decía la Rosita – Este es un lugar sagrado, nadie puede pisar, ni
manchar el suelo del señor con su presencia pecaminosa.
-¡Soy el obispo! tengo que
corroborar que esto sea así –Decía la autoridad de la iglesia.
-¡NO! ¡De ninguna manera!
esto es un milagro y nadie, pero nadie, por ma autoridad que sea, va a pisar
ese lugar en el que se ha producido la presencia del señor, porqué como verán
allí… ha nacido un árbol. Ven ese arbolito pequeñito, ese es el símbolo de lo
sucedido. ¡Pidan, pidan señores y se les dará!
El viejo Filipetti acaba
de llegar y los ojos parecían salírseles de la desesperación.
-¡NOOO! –grito el viejo y
luego acercándosele prosiguió - Rosita que mierda es esto, que hiciste carajo -le
decía bajito, tomándola del brazo.
-Sh silencio Filipetti,
Señores aquí a mi lado está el hombre elegido por el señor para manifestar su
presencia en una lluvia blanca y una luz divina. El señor bendijo sus campos ¿Y saben porque? Porque este noble hombre dono cien millones de dólares a este pueblo
para ponerlo a trabajar. ¡Entonces que esperan para agradecerle!
La multitud levantó en
andas al viejo Filipetti, mientras decía su nombre
-¡FILIPETTI FILIPETTI!!!
El viejo sonreía entre
dientes y puteaba a Rosita, mientras lo tiraban para todos lados y ya se estaba
mareando, los ojos se le iban para atrás.
-¡Señores! aquí, tengo al
comisario, el hombre que nos cuida, a él le debemo la seguridad de este pueblo,
hombre honesto y leal.
-¡Que es esto negra de mierda! No te pases de lista.
-Tranquilo comisario,
usted con esto se ha ganado un asenso, sonría, sonría.
Y Rosita continuaba con su
discurso
-¡Y aquí! A mi lado, el
padre Tomás, benefactor del asilo de ancianos ¿No es así padre? Siempre
preocupado por los viejitos. ¡Este hombre es tan santo que el señor lo eligió
como su siervo para guiar a su pueblo en este momento de cambios!
-Devolvenos lo que es nuestro,
solo te lo digo una vez.-le dijo el cura por lo bajo.
-Rece seis padres nuestros
y seis ave maría padre Tomás, no le queda otra.
-¡No sabes con quien te
metes!
-¡Así no me diga! ¿Sabe qué? Anda a cagar. ¡SEÑORES! Y esto no es todo, ahora vendrán tiempos de abundancia ¿No es así padre? Dígale, dígale a sus fieles, háblele de este milagro. Vamos
padre, la gente lo espera.-y por lo bajo culmino diciendole- Y asegúrese que nadie se acerque al lugar porque
estamos todos en la hoguera.
Miro a Filipetti quien le
dijo con la cabeza que hablara de una vez, mientras con el pañuelo se secaba la
transpiración y el comisario le dijo.
-Lo escuchamos padre, lo
escuchamos.
-¡HIJOS MÍOS! Es verdad
que aquí ocurrió un milagro. Muchos de ustedes fueron testigos de tan bello paisaje,
la luz – y miraba a Rosita- Y ese manto blanco caído del cielo, ahora está en
cada uno de ustedes hacerlo realidad…..
¡BIEEEN! gritaba la gente y el cura seguía orando y la
gente gritaba de alegría.
El periodista sonreía
satisfecho, había logrado la nota de su vida.
-¡SEÑORES! –dijo la Rosita
– y para finalizar quiero agradecer a las mujeres de San Benito, valientes y de fe,
madres, esposas, hijas, abuelas, tías, cuñadas, sin ellas esto no hubiera sido
posible.-mientras, va recordando lo que
pasó aquella noche, en una parte de
los campos de Fillipetti,para no despertar sospechas, a varios kilómetros del
casco de la estancia, ya que esta abarcaba una gran parte de la región, un helicóptero
paso y produjo una lluvia blanca, mientras las mujeres desparramaban el contenido de las
cajas, hasta dejar el suelo totalmente
cubierto, la madama del cabaret colocaba una potente luz de un reflector, las
chi chi, ponían una plantita, el periodista sacaba fotos y así montaron la gran
farza- y agradecer a las mujeres del cabaret de Carmelita,
para ellas también están abiertas las puertas del cielo.
Por allá venia el tío
Pepe, sin entender lo que pasaba, bajo la mirada amenazante de los otros tres.
-Tio pepe, perdón por
haberlos emborrachado a todos –abrazaba a su tío y seguía diciéndole al oído
–Gracias tío por haberme dado el nombre del señor, sin tu ayuda no hubiera sido
posible este milagro, es que cuando te pasas de copas cantas todo vos, te has
ganado el cielo.
A los pocos días, la lluvia blanca ya no estaba, él señor se la había llevado.
El pueblo había sido
tomado por sus habitantes, dirigidos por La Rosita y ayudado por un periodista
de la ciudad.
Los millones que ganaron
con la lluvia blanca, les permitió hacer hoteles para los turistas que iban a
sacarse fotos y a tocar el arbolito.
La Rosita se había
transformado en una especie de elegida o enviada porque la gente la tocaba y le
pedían la bendición. Algunos decían que era milagrosa y las alcancías
desbordaban en donaciones.
El cura, el comisario y
don Filipetti, como dicen en el pueblo, se la tuvieron que mamar, discutían y
el viejo les decía,
-¡Donde estaba comisario
cuando pasaba esto! ¡Porque yo como marido cornudo fui el último en enterarme!
-A mi no me diga nada, yo
no leo diarios, ni escucho radio, me entere de casualida.
-¿Y usted padre?
-Orando Don Filipetti,
orando.
Todos en el pueblo se enriquecieron
y tuvieron una vida de lujo.
Y como decía el abuelo de
Rosita.
Malos va a ver siempre mija,
pero ay que saber sacar provecho de ellos. ¿Como? Bueno, sólo espera una señal,
total el que le roba a un ladron…
Estela Caruso
Es Ficción.

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Excelente la presentación, el desarrollo y el tema. Con el toque necesario de suspenso, ingenuidad y humor. Esres una consumada escritora Estela.
ResponderEliminarNos tomas de la mano y no podemos soltarnos hasta que culmina el cuento. Además, es tan creíble que tienes que aclarar que es ficción. Brava!!