Las tazas pintadas de azul,
Prepara
café en la taza de flores pintadas de azul, traídas de Italia por su abuelo, en
aquel viaje que izo en su juventud en busca de nuevos horizontes, vamos hacer
la América decían. Y así fue, solo que trabajo tanto para tener una modesta fortuna
que no le dio tiempo de volver a su tierra. Y se quedo así, con la ilusión del
regreso en algún lugar de su memoria.
Y como su abuelo el tiene ahora
eso que creyó estaba olvidado, sin embargo a él también le paso lo mismo. En algún lugar tenía guardado su
perfume, su boca, su aliento y ahora, todo renace
en el recuerdo de aquellas épocas vividas.
Cuando parecía estar todo tan
calmo, ahora que se va a casar pasaba aquello. A los treinta y ocho años es un poco tarde, aunque jamás
quiso hacerlo, no sabe si porque le gustaba vivir solo o por aquel desengaño,
ni él lo supo jamás.
El caso es que justo hoy cuando estaban haciendo un
operativo, al desviar la vista, se estremeció al verla. Todo cambio en aquel
momento, su rostro se ilumino de felicidad, justo en aquel momento que estaban
haciendo aquel trabajo tan difícil, aparecía ella, como ayer, con
su sonrisa a flor de piel, invitándolo una vez más.
Aquel encuentro de miradas
que se devoraban fue interrumpido cuando se llevaban a aquel desdichado
esposado, demasiado joven para robar pensó, en los años que llevaba no se
acostumbraba a ciertas cosas. Controlo que todo estuviera en orden y al volver
la vista ya no estaba. La decepción y la angustia se apodero de él, se quedo
mirando hacia qué lugar se podría haber ido, pero fue en vano, quizás, pensó,
ya nunca más se la volvería a cruzar.
Quiso ir caminando a su casa, despacio,
como si en aquel andar podía recordar parte de sus cosas vividas, aquellas que
lo fueron marcando. Fue verla para que todo en el girara en el tiempo. Que había
sido de su vida en los últimos años, si tan solo hacia unos meses que tenía una
relación sin saber siquiera porque, quizás por costumbre, quizás porque se dejo
llevar. El tema es que ahora se casaba y no quería, algo en él lo había puesto
en la realidad. No sentía nada por aquella mujer, si ni siquiera él le pidió
matrimonio, fue ella la que planeo todo y el solo dijo que estaba bien.
Se
sentó en la plaza de aquel día que adormecía y se quedo mirando los niños
jugando con sus padres, entonces se dio cuenta que no había tenido hijos, como
hubiera sido ser padre,mas aun si ese hijo hubiera sido de ella .
Otra vez ella en su pensamiento, otra vez ella en la escena de su vida, pero
porque si lo marco tanto la dejo ir. Ahora, cree haberla visto, si fue real se
esfumo una vez más.
Fue hace tanto que paso aquello, jamás olvidaría a aquel
niño descalzo, carita sucia, que vieron juntos la primera vez que se
cruzaron sus miradas en aquella tarde en que el estaba haciendo su trabajo en
aquella zona olvidada por los hombres, en donde la pobreza hace estragos con
los más pequeños. Ella realizaba tareas comunitarias, fue aquel niño que los
unió, los dos se quedaron observándolo, después vino todo lo demás. Ella quería
la custodia de aquella pobre alma inocente y el la ayudaría a lograrlo.
Porque
la dejo ir se pregunta, si la pasión y el cariño se confundían en aquellas
noches en que el reloj se detenía, hasta que los primeros rayos de luz del día
los sorprendía abrazados en su cama. Seguramente ahora al verlo le sonrió como
se le sonríe a un viejo amigo, al que se lo recuerda con afecto ,
fue eso y nada más, después, ella siguió su camino.
Ya es de noche, se ha hecho muy
tarde, demasiado tarde, ahora su antigua casita de barrio, donde se crio, lo
espera para abrazarlo en su soledad. Las tasitas con sus flores
pintadas de azul lo esperan en la fría noche de julio, ellas permanecen en el
tiempo, fieles al aroma del café, con historias guardadas. Sus dedos acarician
suavemente la fina porcelana. El suave golpe en la puerta lo sorprende, sus
pasos lentos, sin ganas, se deslizan hacia la entrada, al abrir la puerta
aquella vos que le dice - En esta noche tan fría, todavía tienes las tasitas
de café pintadas de azul?
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