Al día siguiente no encontró Maria.Un bar fue refugio de su incertidumbre y de aquella sensación de
querer saber y ayudarla mas allá de lo que alguna vez significo aquel caso tan
extraño.
Ahora sabía lo que había pasado, al menos sabia que aquella mujer estaba con vida
en el lugar menos pensando.
Para María quizás no fue una sorpresa, por algo fue a buscar
aquel libro.
La muchacha tenía
mucho que explicarle.
Camino hacia la casa que se encontraba en la entrada del
pueblo. Aquella que oculto durante tantos años a Eugenia Arévalo.
Vio a María recogiendo algunos vidrios que todavía quedaban
de lo que alguna vez fuera un espejo. Ella observo su rostro en una de aquellas partes. El
periodista la miraba en silencio.
Cuando sucedió lo inesperado.
-¡Hasta que finalmente me encontraste!.
Eugenia Arévalo había entrado en la vivienda.
-Te busque hasta al cansancio- dijo Maria. -Sin mirarla.Sin sorprenderse.
-Creí que eras una niña tonta y mira tú. ¿Qué fue lo que te
trajo hasta aquí?
-Tu libro
--Esa fue una torpeza de mi parte.
-¿Por qué lo hiciste?
-¡Yo te dije María que no te ibas a casar!
-¡Como hacerlo! ¡Si siempre supe que estabas viva!
-¡Claro que si! Me conoces bien hija, sabes de lo que soy
capaz.
-¡Estás loca mama!
-¡Te imaginas lo que fue vivir todos estos años con ese
disfraz! Hasta aquel día en que supe que estabas destruida. Entonces
sonreí feliz. Después… ese espejo me
devolvió la imagen de lo que era. Había quedado atrapada en mi misma trampa.
Entonces quise quemar todo mi pasado.
-¡Mama…todos creían que yo te buscaba porque te amaba! Lo que no sabían es que era por miedo a que
nos hicieras algo. Qué estuvieras cerca. Jamás pensé que estarías tan lejos.
-¿Y porque no les dijiste?
-¡No me hubieran creído! Tú eras la intachable señora
Arévalo. Yo era una pobre infeliz que andaba por todos lados, un insignificante
ser que caminaba por los tribunales, al que nadie le daba importancia. ¡Pero de
noche no podía dormir!.
-Ese fue tu destino Maria.
-¿Porque me golpeabas cuando era niña?¡Era una niña mama!
Cualquier cosa te ponía mal. ¡No podía llorar porque
me encerrabas!
-Cuando naciste… tu padre ya no me quiso. Por tu culpa el ya
no era igual conmigo.
Tenía un vidrio en su mano. Quería destruir lo que tanto
había odiado en su vida. Aquella muchacha frágil e insegura había sido víctima
de su mente enferma.
Pablo Moreno se interpuso entre las dos…
Eugenia Arévalo fue llevada al Psiquiátrico de donde se
había escapado.
María arrojo al mar lo último que le quedaba de su madre, el
libro de Gianini.
Al girar vio a Pablo Moreno que la esperaba.
Le sonrió.
Dicen, que jamás se separaron.
fin
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