-¿Estás segura?- pregunto el hombre, cuando ella intentaba
abrir la puerta.
-¡Por supuesto! esta es mi casa, y ella tiene que entender.
-¡Sabes que no lo hará! es muy necia, no quiere saber nada
con nuestra boda y mucho menos que vengas conmigo a Europa.
-¡Pero es mi madre! Debo verla aunque sea por última vez.
Al ingresar a la casa notaron un extraño silencio, no se la
veía en el living como solía estar, fueron a su dormitorio y tampoco estaba
allí, ni a la empleada se la escuchaba deambular, pese a que la llamaron varias
veces, nunca apareció.
Continuaron revisando toda la casa que por cierto era
demasiado grande, hasta que finalmente al ingresar a la biblioteca, notaron
todo desordenado y una mancha de sangre en la alfombra.
Informaron a las autoridades quienes dieron por desaparecida
a la mujer, y quizás, podría estar muerta.
Comenzó allí el tormento para la joven, no hubo día que no
buscara a su madre. Los investigadores agotaron todas las hipótesis y llegaron
a estar desconcertados, dado que había detalles en la investigación que no
cerraban. Ella se sentía culpable porque en los últimos tiempos no se hablaban,
debido a que su madre no aceptaba perder a su dulce niña, por un matrimonio que
la llevaría muy lejos.
Su novio se marcho a Europa porque de allí lo reclamaban en
su trabajo y ella continuo la búsqueda.
Pasó demasiado tiempo, cómo para quedarse encerrada dentro
de una historia en la que ya nada podía hacer, ya no dependía de ella.
Atrapada en la histeria, avinagrada, siempre apurada sin
tiempo para dedicarle a aquel hombre bueno que la reclamaba en la distancia y
cada vez que él viajaba exponía su futuro en el trabajo, la veía cada vez más
alejada y hasta le parecía ver en ella a otra persona. Se había convertido en
una desconocida para él.
No hubo boda, porque él se canso de esperar, en medio de
aquella tragedia que le había ido quitando poco a poco a su mujer amada.
Con el correr del
tiempo la justicia fue archivando aquella investigación que no conducía a
ningún lado, la causa fue durmiendo en algún lugar y ella deambulaba por los
pasillos de los tribunales sin tener respuesta.
Se marchito su juventud y la soledad por haber perdido al
hombre que amaba la sumergió en una inmensa tristeza que la llevo a la
depresión. La casa cuidaba celosamente su patética existencia, prisionera de
sus propios fantasmas, no pudo escapar de aquella encrucijada.
Quince años después de aquella mañana que ella abriera la
puerta de su destino, en Europa, en un pequeño pueblo, una anciana lee una
carta, lentamente toma un retrato, entonces, la siniestra mujer sonríe
satisfecha, su plan macabro había tenido el éxito esperado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario